La Palabra de Seguridad

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La Palabra de Seguridad:

Recientemente, se ha debatido mucho e intensamente acerca de la llamada “palabra de seguridad”… Y ahora, si Me lo permitís, quisiera hablar sobre el tema…

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¿Qué es la palabra de seguridad?

La palabra de seguridad es la forma en que el ser sumiso hace saber a su dominante que necesita detener el juego, teniendo en cuenta todas las partes implicadas que su uso no puede ser algo arbitrario.

La palabra de seguridad puede presentarse de muchas formas. Pueden ser varias palabras (generalmente, está extendido el uso de un código de colores al estilo y con el mismo simbolismo que un semáforo). Puede ser una única palabra,  siendo éste método el más comúnmente utilizado en España. Para casos en los que la comunicación verbal no es posible, puede utilizarse un código de signos y/o actos físicos (dejar caer un cascabel, llavero, etc…).

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¿Qué importancia tiene el uso de la palabra de seguridad?

La respuesta es MUCHA. Pero no TODA. El empleo de la palabra de seguridad es, no solo recomendable, si no también exigible. Muchos se apoyan para realizar tal afirmación en el libro de Jay Wiseman “SM101”. Un libro no solo recomendable, si no de obligada lectura COMPRENSIVA. Esto quiere decir que, no solo hay que leerlo, si no que hay que hacerlo dentro del contexto en el que ha sido escrito, en este caso, ha sido escrito dentro del marco del modo de vida BDSM Norteamericano, donde son mucho más frecuentes las relaciones esporádicas que las de larga duración. En España, esto no es así. (Y, aquí, debo hacer una matización: Hablo de BDSM “en vivo”, de piel con piel, pues es en ese marco donde la palabra de seguridad cobra todo su sentido).

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¿Puede ser PELIGROSO el uso de la palabra de seguridad?

En absoluto. Su uso no entraña riesgo alguno. Lo que es sin duda peligroso, es la certeza y la confianza en que su uso es la base del SSC. A poca experiencia que tenga cualquier practicante de BDSM, se habrá encontrado con situaciones en las cuales, ha detectado que el ser sumiso estaba en un estado en el que: no era capaz de recordar la existencia de tal palabra, no recordaba cual era ésta, no quería usarla, era incapaz de reaccionar, no era consciente de nada o…

Así pues, existe un grave riesgo de que el dominante inexperto “se ciegue”, esperando una palabra de seguridad… que nunca llegará.

El propio Jay Wiseman, en el libro anteriormente citado, hace referencia a una experiencia personal  (pag. 344 a 345) en la que, pese a haber acordado con una conocida para una primera sesión la necesaria palabra de seguridad, ésta no la usó y fue su SENTIDO COMÚN y EXPERIENCIA, los que hicieron la vez de ésta.

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¿Cuándo puede ser peligroso confiar en la palabra de seguridad?

En una ocasión, Me contaba un buen Amigo dominante profesional, que durante una sesión con un sumiso, habían establecido un código de colores (aconsejable si cobras por tus servicios). La sesión se desarrollaba sin problemas. El sumiso parecía demostrar un placer inmenso. Cada poco, le preguntaban: “¿Qué color?” A lo que él respondía “verde” ó “azul” (en su código: “adelante” y “más”). De repente, su respuesta cambió “ROJO” … extrañados, habida cuenta del placer mostrado, repitieron la pregunta. De nuevo “ROJO” . Detuvieron la sesión y comenzaron a “rescatarle”, preguntando de nuevo: “¿Qué color?”… “La veeeelaaaaa eeeeeessss… ROJAAAAAAAHH…” (el idioma en que se desarrollaba era inglés en la que rojo/a = red, de ahí no diferenciar el género). Ni que decir tiene que, tras la pausa, siguieron jugando… eso sí, sin velas de colores al alcance de su vista.

Pongo aquí esta anécdota como ilustración de hasta donde puede llegar un ser sumiso en su entrega. A poco que imaginemos, Nos daremos cuenta de que, si la vela hubiese sido verde y él hubiese estado en verdaderos apuros, ¿¿¿Cuál creéis que habría sido su respuesta??? “VEEEERDEEEEEEE

Naturalmente, éste tipo de sucesos, sólo se da en determinadas circunstancias, como es el conocimiento mutuo y la confianza que nace de las relaciones a largo plazo y estables. De ahí surgen las afirmaciones de algunos practicantes BDSM en cuanto a que “no usan” o “no necesitan” de dicha palabra. Quienes así se manifiestan saben, a veces, incluso mejor y antes que el ser sumiso en qué lugar está, gracias a la empatía que ambos disfrutan.

Otra circunstancia puede darse en aquellos seres sumisos cuya entrega en sesión sea tal que puedan llegar a alcanzar esos estados mentales que podríamos identificar con el subspace. La combinación de un ser sumiso de este tipo con un dominante sin experiencia puede resultar catastrófica… salvo que deje de lado el SSC y opte por el “SC” (Sentido Común).

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Concluyendo, considero que, tanto por experiencia propia, como haciendo acopio de las ajenas (cercanas y lejanas), la palabra de seguridad es necesaria y exigible siempre que no existan esos vínculos “empáticos” entre los participantes y debe ser siempre una medida de seguridad de rango inferior al Sentido Común… Y, por supuesto, no puede ser motivo suficiente su ausencia como para calificar a alguien de mal practicante de BDSM, salvo, claro está que por ello cause daños no aceptables (1).

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Por último, unas recomendaciones:

Cuando “jugando” con alguien que no conocemos lo suficiente no se ha fijado palabra de seguridad, ésta es SIEMPRE “no” o similares…

La palabra de seguridad, no solo se puede utilizar para actos “físicos”, si no mentales.

(1)  Por “ no aceptables”, me refiero a daños físicos o psíquicos que requieran una atención médica especial.

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Dragón

Septiembre 2006