El pasado viernes día 7 aparecía publicado en La Vanguardia un artículo bajo el título «Sumisión: ¿Realidad o fantasía?» y que hoy les recomendamos para su lectura dominical.
El artículo comienza analizando las novelas eróticas de corte sadomasoquista y se adentra en el terreno de las fantasías eróticas y su traslación a la realidad. Nos congratula poder leer en este tipo de artículos pasajes como el siguiente, en el que se puede observar el cambio que la sociedad está teniendo en cuanto a nuestras prácticas:
«De hecho, cuando alguien se decide a trasladar esta idea erótica a la vida real, lo hace pactando toda una serie de reglas que impiden que la relación se le vaya de las manos a la persona pasiva. En el mundo BDSM (acrónimo inglés que une prácticas como la disciplina, el bondage y la sumisión) la dominación se ejerce respetando unas normas consensuadas acerca de cuándo detener el juego. Una frase o una palabra sirven para que el individuo que ejerce el papel pasivo pueda recuperar el control si no le apetece hacer algo. Nuevamente, el teórico amo se convierte en el ejecutor de los deseos de la supuesto esclavo: en el momento en que el dominador intente hacerse con el control absoluto, la relación se romperá.»
También resulta muy interesante el análisis diferenciador que hace entre el BDSM y las relaciones enfermas y de maltrato, así como las pautas que presentan para poder diferenciar unas de otras y unos de otros.
«Es curioso, por ejemplo, comprobar en las investigaciones que ciertas palabras (libertad, independencia, autonomía…) son más usadas en las relaciones de dominación que en los vínculos en los que hay verdadera igualdad. El poder está en los hechos, nunca en el lenguaje que se usa: por eso los controladores ceden a su pareja el manejo de este tipo de palabras mientras ellos dirigen los actos efectivos.
Además, los que pretenden someter a sus parejas van disminuyendo progresivamente la autoestima de la otra persona con la justificación de protegerla de los peligros de la vida. Siempre, por supuesto, intentan argumentar que lo hacen para evitar trastornos al otro. Si algo molesta o estresa a su compañero, un manipulador que busca el poder se ofrecerá para asumir esa tarea continuamente. De esta manera parece que se convierte en esa especie de “mayordomo para todo” que, como decía la autora de Cincuenta sombras de Grey, todos deseamos tener. El problema vuelve a ser la dificultad para recuperar las riendas: en la vida real, cuando delegamos todo en el otro, no es fácil mantener el control»
Y es aquí donde queremos aprovechar, una vez más, para recomendarles la lectura del Especial Cuadernos de BDSM nº 2, «El lado oscuro del BDSM: las relaciones destructivas» , escrito por la Señora Felina.
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