Los accidentes ocurren. Es un hecho.
De ahí que no se pueda jamás decir que el BDSM es 100% seguro, ya que ni cruzar la calle para comprar pan lo es. Y el BDSM puede, aunque no siempre lo haga, implicar prácticas que conllevan riesgos más o menos evidentes. A partir de qué momento esos riesgos superan lo asumible en una relación BDSM es una cuestión muy delicada que más de una vez ha justificado vendettas entre participantes y conductas muy poco tolerantes, casi talibánicas, para con aquellos que disfrutan de prácticas o intensidades que «yo no comparto»,… así que muy lejos de nuestra intención ni siquiera tantear qué puede o no puede hacer una persona adulta, libre y en plenas facultades mentales con su vida y su sexualidad.
Lo que sí puede reclamarse es sensatez (el sane del ssc, muchas veces mal traducido como sano). ¡Sentido común! Término también muy ambiguo pero imprescindible para practicar BDSM, hacer montañismo, montar un negocio o cruzar la calle a por el pan. Osea, para todo. Y que tantas veces brilla por su ausencia.
De ahí que sea más realista, sin renunciar al SSC (muy útil para desmarcar estas prácticas de las de maltrato, tortura y violencia real, de forma fácilmente comprensible por los profanos), tener en cuenta siempre que esto son prácticas que suponen un riesgo que debemos conocer exahustivamente y asumir de forma consciente. Para precisamente desde esa perspectiva, que exige conocimiento y responsabilidad a todos los implicados, poder evitar accidentes.
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¿Y todo esto a qué venía?
En que una de las prácticas que más riesgos evidentes conlleva, tengan estos consecuencias graves o supongan al final simples incomodidades y apuros, es el AUTOBONDAGE o SELFBONDAGE.
Si vas a estar solo, si eres el único ser vivo en la sala capaz de velar por tu bienestar, si nadie va a compartir contigo la responsabilidad de que todo salga bien… mayor motivo para duplicar las medidas de seguridad y preverlo todo, hasta el último detalle. ¡Por lo que pudiera pasar!
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En el número 18 de CuadernosBDSM leímos el trágico caso de “Mad_Scientist”, co-propietario de “Kink Engeneering”, (empresa de Toronto dedicada al diseño, fabricación y comercialización de prendas de látex y bondage, en especial las denominadas “vacuum bed” o camas de vacío), que perdió la vida al utilizar en solitario y de forma irresponsable una vacuum bed.
Hoy, mucho más cómico (sobre todo para los que lo leemos desde fuera), nos encontramos el caso(1) del pastor Tom Donovan, de la iglesia St. Aloysius en el extremo norte de Springfield (mmm… Springfield…), que no se sabe muy bien cómo acabó esposado y sin posibilidad de liberarse por su cuenta, y aún medio amordazado tuvo que llamar al 112, explicar el caso, reconocer que estaba jugando y se le fue de las manos, y solicitar que acudieran a la casa parroquial para prestarle ayuda. Por suerte no hubo daño para su salud… aunque la dignidad de su cargo y su prestigio en la diócesis sí habrán sufrido lo suyo.
Así que antes de decidir liarse las cuerdas a la cabeza… (o cualquier parte del cuerpo), conviene ser muy SENSATO y extremadamente PRUDENTE. para que lo que pretendemos que sea una actividad de placer no se nos convierta en un infierno. ¡Nunca se sabe!
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Como recomendación, sugerimos la lectura del artículo «Mi visión del Selfbondage» del señor atado, publicada en el número 9 de CuadernosBDSM, (especialmente dedicado al bondage), y donde encontrarán varias ideas y sugerencias sobre seguridad.
Y también pensamos que al protagonista de esta historia le habría venido muy bien haber visto antes el vídeo que publicamos en la entrada «La Llave» , y en el que aprendíamos a abrir unas esposas con una orquilla… Esto sí es ser un Sado-McGuiver!!!
(1) Hemos conocido esta noticia a través del tuiter @JosepLapidario
Noticia original en inglés aquí.