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Hace un tiempo, escribí un artículo en el cual “cometía el sacrilegio” de aventurarme en la definición del concepto “BDSM”. Por razones que escapan (o, en realidad no) a Mi entendimiento, dicha definición ha levantado ampollas y ocasionado “apasionados” debates a favor y en contra de la misma, abundando las críticas contra ella. Como quiera que estoy razonablemente convencido de su validez, y carezco de ganas de ponerme a rebatir argumentos espúreos, voy a tratar de explicar aquí algunas de las razones por las que considero que mi definición es apropiada, sin tener que recurrir a validarla (en la medida de lo posible) mediante el recurso de la autoridad (no la mía, si no de quienes piensan en el mismo sentido que Yo). Recordemos la definición:
El BDSM son aquellas actividades que involucran el placer por el dolor erótico y/o la transferencia erótica de poder, de forma voluntaria y libremente consensuada, y sin que esto nos deshabilite personal y socialmente (salud social, familiar, física, mental…).
Mis argumentos (no todos, eso seguro):
Antecedentes:
- 1- Tradicionalmente, se ha definido el BDSM como “BDSM es el acrónimo de Bondage, Dominación, Sumisión-Sadismo, Masoquismo” (cito de memoria y hay algunas variantes, aunque es más o menos así. Pero esta definición apenas aporta información, porque en realidad sólo dice qué palabras componen el acrónimo. Esto crea la necesidad de tener que aportar más y más explicaciones a cualquiera que sea nuestro interlocutor (incluso, escabrosas) y sin aportar más nada en cuanto a la forma en que gestionamos esas cuestiones, lo cual es importante para poder marcar la diferencia entre delito y/o patología y nosotros.
- 2- Esa diferencia la marcan una serie de formas de actuación que se ejemplifican en el conocido “SSC- Sensato, Seguro y Consensuado”, entendiéndolo éste en la forma en que su “creador” David Stein lo hizo en 1983 (cito de memoria… si me equivoco año arriba o abajo, no me lo tengan en cuenta). David Stein, creó esta consigna como un eslogan, con la intención de poder explicar a la sociedad común la diferencia existente entre las prácticas S/m y los malos tratos/abusos. Situándonos en el contexto de la época y el lugar, en aquellos días los practicantes de BDSM estaban en el punto de mira (más que hoy) y era necesario hacerlo. Él NUNCA creó el eslogan con el fin que posteriormente se ha utilizado, como un modo en el que encuadrar la realización de estas prácticas, pues por su experiencia sabía de la imposibilidad de hacerlo. Sobre este tema, él mismo escribió “SSC: The making of a Sibholeth” (si alguien quiere leerlo, puedo pasarle el texto traducido). En alguna ocasión he comentado el paralelismo de esto con La Constitución y las leyes que emanan de ella. Pretender aplicar la Constitución como única ley es inviable (sería el SSC). Las leyes, por el contrario, definen la forma en que debe aplicarse la Constitución: Esas leyes, serían los equivalentes a RACK, PRICK, etc.
- 3- Pese a todo, David Stein no inventó nada nuevo: sólo lo puso en claro y lo hizo comprensible, pues ya hacía tiempo que numerosas agrupaciones de practicantes S/m llevaban a cabo sus prácticas ajustándose a ese eslogan, aunque lo definiesen con otras palabras o, incluso, aunque no lo definiesen en modo alguno, más allá de el método diferencial con relación a “los otros” (quienes rebasaban las líneas indicadas). Así, aunque el eslogan “SSC” no existiese como tal, el concepto ya existía. De nuevo, me remito al texto de David Stein.
- 4- Aunque la aportación del eslogan ocurrió a primeros de los 80´s, no fue hasta primeros de los 90´s que no nació el Término-Concepto BDSM y lo hizo ya dentro del seno de un colectivo en el que estaba instalado el S/m con esas bases bien asentadas (me refiero a la idea SSC), aunque por supuesto, siempre habrá outsiders. Por tanto, no hubo necesidad de redefinir términos de Consenso, seguridad y sensatez, pues ya estaba implícito: hacía ya décadas que se habían desmarcado de los maltratadores/abusadores/criminales/enfermos patológicos, quedando estos cada vez más y más reducidos en número y aislados. Aunque claro… siempre hay quien se adapta, se camufla.
- 5- Sin embargo, la sociedad general tiene dificultades en comprender y aceptar nuestra forma de relacionarnos y obtener placer (en general, tiene dificultades para todo lo que sea diferente) y a causa de ello, muchos practicantes de BDSM se han visto discriminados y seriamente perjudicados (por ejemplo, en casos de divorcio y custodia) a lo largo de los años por esa identificación que la sociedad nos hace: matratadores, enfermos, etc. Esto se debe a la criminalización que se nos ha hecho, con leyes en algunos paises que nos perjudican y con la clasificación de enfermos mentales durante décadas en los Manuales de Diagnóstico de Enfermedades Mentales y sus derivados (CIE´s). Ante eso, se ha respondido con un activismo, a veces manifestando la injusticia de algunas situaciones, a veces explicando e intentando hacer comprender a la sociedad la verdadera naturaleza de nuestras prácticas/relaciones. Fruto de ello, por fin en 2015 se dio un paso importante: descolgarnos de los Manuales de Diagnóstico de Enfermedades Mentales y anteriormente, con la declaración de legalidad de nuestras prácticas en diversos países: Noruega, Finlandia, Dinamarca, Canadá… Todos los esfuerzos que se han hecho han ido encaminados en una sola dirección: Demostrar a la Sociedad que no somos enfermos, no somos criminales, no somos maltratadores. Que nuestras prácticas las realizamos de forma convenientemente informada, que conocemos los riesgos inherentes a las mismas y que, en virtud de ello, ponemos cuantas medidas sean necesarias para que estas prácticas no nos incapaciten en modo alguno para funcionar como seres humanos. Que estamos en nuestros cabales y somos lo suficientemente sensatos como para poder cumplir con todo esto y que, además, en virtud de esa sensatez, consensuamos todas nuestras actividades y respetamos ese consenso. Y esto no se ha hecho con intención de “colarsela” a nadie, si no por que refleja lo que en verdad somos y cómo afrontamos lo que deseamos… Pero siempre, por supuesto, habrá quien se camufle.
Puestos en antecedentes, ahora toca desmenuzar mi definición y explicarla:
“El BDSM son aquellas actividades que involucran el placer por el dolor erótico y/o la transferencia erótica de poder (…)”
Acaso estaremos en desacuerdo en que, para que se trate de BDSM es necesario que, o bien se utilice el dolor y/o bien se realice una transferencia de poder? Otras definiciones que he leído se centran sólo en una de las dos cuestiones, englobando a la una como un subderivado de la otra. En especial, la más frecuente suele ser centrarse sólo en la transferencia de poder (D/s) y limitarse a decir que el dolor es una forma de transferencia de poder. Bien, puede ser que esta afirmación cubra algunos casos. Tal vez muchos o tal vez pocos, no lo sé. Pero lo que sí sé cierto es que definir el BDSM únicamente como intercambio de poder deja fuera a millones de personas de todo el mundo que simplemente son Sádicos o masoquistas, sin que en sus intereses se de para nada un deseo de intercambio de poder. Sólo quieren experimentar con el dolor, y disfrutarlo, llegando a darse la paradoja (para algunos) de que incluso sea la parte Masoquista la que dirije por completo todo cuanto acontezca. Y definir todo en términos de dolor, es exactamente lo mismo, pero al contrario. Cualquier definición conceptual que hagamos debe incluir ambas cosas, juntas o por separado. Por cierto, el Sadomasoquismo es anterior a la Dominación/sumisión, la cual nació muy posteriormente al goce por el dolor. Y no es por casualidad que a ambos términos del binomio se le agregue “erótico”, pues define la finalidad de lo que hacemos extendida a la totalidad de los participantes y desmarcarnos de motivos más cercanos a las patologías y/o similares.
(…) de forma voluntaria y libremente consensuada,(…)
Defino en qué forma nos prestamos a participar de ello. Por mucho que queramos retorcer el lenguaje, siempre en la esencia estará ese patrón si se trata de BDSM. En realidad, eso está en la esencia de cualquier cosa, situación o actividad que realicemos como seres humanos libres e independientes. O al menos, es a lo que todxs aspiramos y necesitamos en mayor o menor medida. Por eso es necesario incluirlo en la definición, no vale con que “se sobreentiende”: puede que lo sobtreentienda usted, pero eso no significa que el resto de la humanidad lo haga. De pequeños, aprendemos donde termina el “Yo” y donde comienza el Mundo y que, al cerrar los ojos, el mundo no se va a ningún lado. Y que lo que sabemos, no precisamente lo sabe el resto de las personas. Si definimos el BDSM, es necesario incluir voluntariedad y consenso. Esto nos desmarca claramente de los criminales/maltratadores/abusadores y/o patologías mentales. Y además, concuerda completamente con los antecedentes que he citado más arriba.
Asimismo, deja abierto a cada cual la forma de asegurar el cómo lo va a llevar a cabo y su gestión. La responsabilidad de hacerlo de forma más o menos eficiente y efectiva será una cuestión personal de los implicados (y su completa responsabilidad). Que se utilice el término/palabra “consensuada” no implica la adhesion al SSC (para quienes entiendan que es posible una práctica BDSM así) o al RACK o al PRICK. Ni siquiera al “novedoso” CCC (más viejo que la tana, es el consensual-non consensual o Metaconsenso que acuñó ÍKARA en España): Si sus capacidades les permiten gestionar así el consenso de forma efectiva, no hay problema en cuanto a la definición del concepto BDSM se refiere. Así que, entender que la definición de BDSM que aporto es “SSC” por que utilizo el término “Consensuado” es como entender que la palabra “espéCULO” hace referencia a cierta parte anatómica.
“(…) y sin que esto nos deshabilite personal y socialmente (salud social, familiar, física, mental…).”
Esta parte hace referencia al modo en que NO nos debe afectar lo que quiera que hagamos. También concuerda perfectamente con lo reflejado en los antecedentes. No son aceptables aquellas situaciones que afecten de forma negativa a las personas, autodestruyéndolas. Nadie en sus cabales puede desear pasar tres meses en una cama de hospital por las lesiones resultado de una práctica (no hablo de accidentes). Nadie en sus cabales puede desear ser asesinado y que su asesino cueza su cabeza y se la coma. Nadie en sus cabales puede desear que su función en la vida no sea otra cosa más allá que servir de urinario. Nadie en sus cabales puede desear pasar su vida recluida en una jaula sin más contacto que con la persona que la enjauló.
Desde la sociedad no-BDSM es frecuente que se nos ponga en tela de juicio en función de “lo que hacemos” o más bien, de lo que “parece que hacemos”. De hecho, eso también es frecuente entre los que, supuestamente, son nuestros iguales. Sin embargo, la forma que utilizo en mi definición se centra en los resultados obtenidos por “lo que hacemos”. Mi forma de definir el BDSM, permite que no se nos juzgue por lo que parece, sino por como nos afecta (esto va en consonancia con el criterio decisivo a la hora de desclasificar nuestras prácticas del apartado de enfermedades mentales). Y el modo en que nos afecta dependerá de las circunstancias particulares de cada cual.
DR.