Los conceptos que utilizamos en un determinado campo y su significado no son inmutables, evolucionan junto con los hablantes que los usan. Esto ocurre también en BDSM, y conceptos como SSC que en un momento dado se general con una determinada intención pueden perder su significado original con el tiempo, o no valer para determinados contextos (de hecho el SSC era en principio un eslogan especialmente diseñado para ofrecer una definición tranquilizante a la sociedad ajena a las prácticas sadomasoquistas). Surgen nuevas terminologías y marcos de definición, como el RACK, o el EPE y/o ETP… (Pueden leer aquí «SSC/RACK la eterna disputa»)
No debería darnos miedo el debate y la reflexión. Darle vueltas a las cosas puede no ser algo que apetezca a todos, pero a algunos (a bastantes) nos gusta. No es imprescindible definirse con exactitud según el santo diccionario de nadie, pero autoconocernos, reflexionar sobre nuestras relaciones y nuestras prácticas, incluso discrepar, no deja de ser una forma de valorar y enriquecer lo que somos (¿lo somos?) y hacemos, las estructuras relacionales en las que nos movemos y esta comunidad (más o menos) que formamos.
Otro día hablaré sobre los debates, las reflexiones en voz alta en 280 caracteres, las peleas y las discrepancias. Otro día. Parece que de hecho vamos a tener tiempo de sobra en el futuro inmediato…
Ahora vengo a compartir con ustedes un ensayo que propone otro marco para la negociación BDSM. Ha sido traducido por el señor Azrael_Arcangel, quien me ha autorizado amablemente la publicación en el blog, y revisado por nini.
Es un texto largo (perfecto si se aburren en este periodo de encierro obligado), y pueden debatir y comentarlo en el grupo de fetlife –> https://fetlife.com/groups/158523
Las 4C’s -Cuidado, Comunicación, Consentimiento y Caución
De “SSC” y” RACSA” a las “4Cs”: Presentando un nuevo marco de negociación para la participación en el BDSM[1]
Emily E. Prior, MA
Center for Positive Sexuality (Los Angeles) and College of the Canyons
- Candace Christensen, PhD
University of Texas at San Antonio
Contact Information: Dr. D J Williams
Department of Sociology
Idaho State University
Campus Box 8114
Pocatello, ID 83209-8114
Email: willdj@isu.edu
Resumen
La comunidad BDSM (sadomasoquismo con consentimiento explícito) ha usado comúnmente Seguro, Sensato y Consensuado (SSC) o más recientemente RACSA, como marcos básicos para ayudar a estructurar la negociación de la participación en BDSM. Auuunque estos acercamientos han sido útiles, particularmente para instruir a practicantes noveles sobre los parámetros del juego, ambos enfoques parecen tener significativas limitaciones conceptuales y prácticas. En este ensayo introducimos un marco alternativo para la negociación BDSM, Cuidado, Comunicación, Consentimiento y Caución (4C), y examinamos sus potenciales ventajas.
Contexto e introducción.
Desde los tiempos del texto de Richard von Krafft-Ebing’s (1886/1978) Psychopathia Sexualis, se asumió de forma generalizada que el BDSM está motivado por una psicopatología subyacente. Aunque aún existen prejuicios e interpretaciones erróneas entre los profesionales, (ver Hoff& Sprott, 2009; Kolmes, Stock, & Moser, 2007; Wright, 2009), hay investigadores que han demostrado de manera consistente que el BDSM no puede ser explicado desde la Psicopatología. Algunos académicos han reconocido que la actividad BDSM no sólo no está asociada con la Psicopatología, sino que puede estar asociada con estados psicológicos aconsejables, a menudo asociados con una experiencia de ocio saludable (por ejemplo, Connelly, 2006; Cross & Matheson, 2006; Powls & Davies, 2012; Richters, de Visser, Rissel, Grulich, & Smith, 2008; Weinberg, 2006). Ciertamente, parece estar produciéndose un cambio generalizado en su comprensión cuando se considera que la actividad BDSM consentida explícitamente es una expresión aceptable de la sexualidad y/o el tiempo libre.
A la luz de este cambio, y en combinación con el desarrollo de la investigación basada en las comunidades de individuos como estrategia metodológica empleada de forma generalizada en las ciencias sociales, un reciente y estimulante avance es la colaboración formal entre académicos y colectivos de personas con identidades sexuales alternativas, incluyendo el BDSM. El CARAS (Community-Academic Consortium for Research on Alternative Sexualities) se creó en 2005 y combina el conocimiento y las fuerzas de académicos y miembros del colectivo para producir un conocimiento de alta calidad que pueda beneficiar directamente a la comunidad (Sprott & Bienvenu II, 2007). Damos la bienvenida a esta novedad, y escribimos el presente documento desde el espíritu del beneficio mutuo. De hecho, somos ambas cosas, estudiosos y miembros del colectivo BDSM. Esperamos que nuestro análisis aquí genere reflexión tanto entre los académicos como entre los no académicos.
En este documento resumimos los populares lemas de la comunidad BDSM Sensato, Seguro y Consensuado (SSC) y Riesgo Asumido y Consensuado en prácticas de Sexualidad Alternativa (RACSA), antes de proponer lo que pensamos es un enfoque mejorado, que llamamos el marco Cuidado, Comunicación, Consentimiento y Caución (4Cs). Dado que todos los enfoques incluyen explícitamente el concepto preciso de consentimiento, discutiremos, más adelante en este mismo texto, algunos de los espinosos aspectos que rodean a la noción de consentimiento dentro del modelo 4Cs, en lugar de en nuestro resumen de SSC y RACSA. Hacemos esto simplemente para mantener una estructura general coherente para los lectores.
Contexto Social para el desarrollo de SSC y RACSA
El BDSM aceptable se basa, por supuesto, en una cuidadosa negociación entre los que participan. Ortmann y Sprott (2013) nos recordaron que el concepto y la práctica del consentimiento explícito entre los que participan es lo que diferencia el BDSM del maltrato, y añadieron que “de forma similar a los términos aquiescencia y permiso, el consentimiento es el proceso por el cual la aprobación o aceptación de lo que está planeado (a menudo por otro) se considera aceptable o acordable.” (p. 75). También discutieron el desarrollo de SSC como reacción a la creencia común de que el BDSM está asociado con una patología relacionada con el sadismo y el masoquismo. Más aún, Tuscott (citado en Downing, 2007) sugirió que la acusación más frecuente hacia los practicantes de BDSM por parte de quienes están fuera es que son violentos. Es importante señalar que las explicaciones que incluyen la violencia están enraizadas, también y en primera instancia, en discursos sociales populares de psicopatología. Así, no es sorprendente que el punto de partida para las posibilidades de negociación en el BDSM se haya centrado en discusiones sobre estabilidad psicológica, consentimiento y seguridad, y de aquí el nacimiento del SSC. Las construcciones teóricas basadas en el SSC han permanecido en el centro de las discusiones relativas a la negociación en BDSM durante mucho tiempo (Henkin & Holiday, 1996; Miller & Devon, 1995; Taorimino, 2012; Wiseman, 1996). De acuerdo con Henkin y Holiday (1996), los “mandamientos” de un BDSM saludable son ser veraces mientras se juega con seguridad, sensatamente, consentidamente y sin aprovecharse del otro.
A pesar de la popularidad del SSC, algunos practicantes de BDSM acabaron por empezar a darse cuenta de que el SSC puede excluir formas más extremas de juego que conlleven un riesgo físico o psicológico más alto, que puede ser parte de la motivación que lleva a participar. El riesgo, por supuesto, es relativo y puede variar tremendamente entre los distintos individuos. Mientras que Danica Patrick o Jimmy Johnson pueden conducir un coche a muy altas velocidades con facilidad, la mayoría del resto de nosotros no podemos hacerlo con una seguridad parecida. De manera similar, los practicantes en el BDSM presentan una amplia variedad de gustos y capacidades físicas y psicológicas. De acuerdo con Downing (2007), ese descubrimiento produjo el desplazamiento desde SSC a RACSA, acuñado por Gary Switch. Ciertamente merece la pena señalar que no sólo se reemplazó el término seguro por riesgo asumido, sino que se omitió el término sensato, o términos similares. En las comunidades BDSM, el término sensato parece asumir algún estándar de salud psicológica. Sin embargo, sensato, (versus trastornado) es técnicamente una denominación forense más que un término psicológico, que es aplicado para determinar la causalidad de un trastorno mental severo en la comisión de un delito (ver Roesch, Viljoen, & Hui, 2003), de ahí que su aplicabilidad en la negociación BDSM sea de poco uso en la práctica.
Introduciendo el marco de las 4Cs
Mientras que SSC y RACSA ponen el foco sobre dos conceptos esenciales compartidos (consentimiento y consciencia del riesgo/seguridad), el enfoque 4Cs conserva estos conceptos generales y añade las dimensiones interrelacionadas de cuidado y comunicación. Desde luego, cualquier marco de negociación BDSM que se pueda representar en forma de lema debería ser breve y fácil de recordar para los nuevos practicantes. Como SSC y RACSA, las 4Cs de cuidado, comunicación, consentimiento y caución son breves y fáciles de memorizar. Ahora presentaremos una breve visión general del marco de las 4Cs antes de examinar cada componente con mayor profundidad. Dado que el consentimiento ha sido enfatizado y discutido mayoritariamente tanto en el SSC como en el RACSA, no lo trataremos aquí en esta visión general, pero le dedicaremos un análisis en profundidad como dimensión esencial para las 4Cs.
Mientras que parece haber diferentes niveles e intensidades de cuidado que varían entre las personas según sus distintas relaciones sociales, podemos reconocer de forma común un cuidado básico de las personas por el simple hecho de tratarse de seres humanos. Ciertamente, las comunidades (alternativas) se forman a menudo para proporcionar cuidado básico, lugar de apoyo e identificación personal entre y para sus miembros.
La inclusión del cuidado en un lema de negociación BDSM refleja una posición ética al tiempo que reconoce a los individuos como seres humanos únicos. La forma del cuidado (por ejemplo, nivel de confianza e intimidad de las relaciones entre los participantes en una sesión) también da forma a las experiencias cualitativas del BDSM. La comunicación, mientras que a menudo es acertadamente analizada dentro del consentimiento por los autores de BDSM, está también fuertemente conectada con el cuidado y la caución. Aunque se presenten separadamente, estos conceptos están íntimamente entrelazados en el BDSM. El énfasis en la comunicación debería conducir a un mejor entendimiento entre los participantes con respecto a las identidades, necesidades y motivaciones únicas de los individuos y, por consiguiente, a experiencias BDSM más satisfactorias. En suma, la comunicación como entidad propia permite a los participantes comprender mejor las realidades subjetivas de aquellos con los que juegan.
El reposicionamiento de la seguridad/riesgo asumido dentro de la caución puede resultar un tanto sutil, pero tal vez conlleva un menor bagaje discursivo. Pensamos que esta posibilidad es importante porque puede ser más inclusiva al requerir personas que cubran un espectro más amplio de discursos sociales en relación a cómo utilizan diferentes tipos de conocimiento. Actualmente hemos observado que muchos participantes en el BDSM parecen plegarse, con conocimiento o no, a discursos médicos en cierta medida estrictos en debates sobre riesgo y seguridad. En este sentido, RACSA parece preferible a SSC, aunque somos conscientes no obstante de que SSC se ha convertido en más restrictivo y quizás normativo de lo que se pretendía en principio (ver Downing, 2007). Estamos de acuerdo con Ortmann y Sprott (2013) en que las actividades específicamente BDSM puede que no sean percibidas comúnmente como seguras, pero eso no impide que la gente pueda ser consciente de los riesgos y participe de forma consentida en dichas actividades. No obstante, la palabra riesgo continúa situada en cierta medida dentro de convincentes discursos restrictivos desde la medicina y la salud pública, mientras que la palabra caución parece ser menos estricta, y aun así relevante, pero quizás esté menos incluida en esos discursos. No estamos en forma alguna abogando por que los participantes en BDSM descarten de forma simplista el importante conocimiento médico. Este conocimiento debería ser valorado y cuidadosamente considerado conjuntamente con una variedad de otros discursos y perspectivas.
Nuestra preferencia por la palabra caución es un reconocimiento de las ya tradicionales teorías relativas a los cuerpos y la sexualidad (Foucault, 1977, 1978) y permite un amplio abanico de significados y razones para participar en diversas formas posibles de BDSM. Al mismo tiempo, las personas que profesen una perspectiva epistemológica positivista pueden, por supuesto, interpretar “caución” desde discursos médicos y científicos. No se trata aquí en absoluto de sustituir unas palabras por otras, sino de crear un más amplio espacio discursivo que permita diferentes perspectivas epistemológicas. Dada esta visión general, discutiremos ahora en más profundidad cada componente de las 4Cs y la importancia subyacente de cada una para su examen en un marco de negociación BDSM.
Una visión más detallada de cada dimensión.
Porque el consentimiento es esencial en SSC, RACSA y las 4Cs, nos centraremos en él primero en esta sección. A continuación pasaremos a examinar comunicación, cuidado y caución.
Consentimiento
La noción de consentimiento casi siempre ha tenido una consideración central en debates tanto populares (p.e., Miller & Devon, 1995; Taorimino, 2012; Wiseman, 1996) como más académicos del BDSM (p.e., Baldwin 2003; Langdridge & Barker, 2007; Weiss, 2011). Bien utilizada como algún tipo de defensa del BDSM, bien simplemente metidas a golpes en las cabezas (o preferiblemente en otras partes del cuerpo) de practicantes principiantes, a menudo se pensó en el consentimiento como un elemento clave que distingue el BDSM de la violencia y otros tipos de maltrato (Newmahr, 2011; Ortmann & Sprott, 2013). Aun así, y a pesar de este papel central del consentimiento, un papel que ha sido claramente articulado dentro de los acrónimos tanto de SSC como de RACSA, señalamos que la noción de consentimiento presenta una considerable ambigüedad y merece alguna muy necesaria aclaración. Aunque otros ciertamente han señalado algunas de estas ambigüedades (p.e, Barker, 2013; Newmahr, 2011; Tsaros, 2013), proponemos que, como parte de nuestro nuevo acrónimo de las 4Cs, la comunidad BDSM haría bien en esforzarse en una comprensión más sofisticada y matizada del consentimiento.
El problema, tal y como lo vemos, es que cuando mucha gente habla de consentimiento, lo hacen con tanta facilidad y tan a la ligera que se oscurecen las dificultades implícitas en el tema. Este es, especialmente, el caso en el mundo vainilla, donde, por ejemplo, mucha de la defensa que rodea a la prevención de la violencia sexual proclama regularmente eslóganes simplistas como “no quiere decir no” y “sí quiere decir sí”. En consonancia con esto, e impidiendo aparentemente ir más allá en cualquier diálogo, parece que hay un rechazo casi inmediato contra cualquiera que se atreva a cuestionar la naturaleza supuestamente obvia de la distinción entre sí y no. Solo hay que ir hasta la música pop a mirar y ver el éxito reciente del single de Robin Thicke “Blurred Lines” (Límites borrosos), y la repetición de su controvertido estribillo “sé que lo quieres”. La reacción popular en contra fue rápida y firme al presentar la canción como ejemplo de una “cultura de la violación” supuestamente onmipresente.
Sugerimos, sin embargo, que una de las complicaciones aquí es que mientras quizás el consentimiento podría ser útil si la gente dijera exactamente lo que quiere -si fueran directos, claros y obvios todo el tiempo y de todas las maneras- esa simplemente no es la naturaleza de la realidad. Si bien es deseable una comunicación directa y frecuente, siempre hay algo más que se queda sin decir. Este es el caso, en especial, del BDSM, donde mucho del erotismo y el atractivo del BDSM gira alrededor de jugar descaradamente con y muchas veces hasta oscureciendo deliberadamente el consentimiento. Bien al ser esas las características explícitas del no-consentimiento consentido, bien sea al usar el más mínimo tipo de ataduras, o bien simplemente al decirle el top al bottom lo que tiene que hacer, en todos esos escenarios el BDSM está claramente rodeado de los signos de la renuncia consensuada al consentimiento. Los practicantes experimentados del BDSM saben esto, y saben que transitar la compleja frontera del consentimiento es el número de equilibrismo que da vida al BDSM.
Con todo, y dicho esto, reconocemos que la mayoría de practicantes de BDSM tiene poco interés en que su consentimiento sea incumplido en la realidad. Sin embargo, esto hace surgir, desde luego, toda clase de preguntas relativas a qué es exactamente el consentimiento, y ¿cómo sé yo si mi consentimiento ha sido incumplido? Por ejemplo, ¿es el consentimiento un acuerdo verbal? ¿Es una postura corporal? ¿Una mirada de reconocimiento? ¿Un contrato escrito? En respuesta a estas ambigüedades sugerimos que una de las maneras de avanzar más allá de esas preguntas es alejarnos un paso de la mecánica del consentimiento y, en su lugar, considerar un planteamiento más amplio. En particular, proponemos que los practicantes de BDSM, tanto noveles como experimentados, se podrían beneficiar de aprender a conceptualizar el consentimiento en tres niveles distintos.
El primero de ellos es lo que podríamos llamar consentimiento en superficie. En muchos sentidos, el consentimiento en superficie refleja el tipo de consentimiento que se ejemplifica con las frases “no quiere decir no” y “sí quiere decir sí”. Cuando estás en una play party y alguien te pregunta si tendrías interés en participar en algún tipo de sesión, podrías contestar de acuerdo con este tipo de consentimiento en superficie: “sí, me interesa” o “no me interesa”.
Un segundo nivel de consentimiento, y probablemente el nivel que se asocia más a menudo con el BDSM, sea el llamado consentimiento en sesión. Aquí el consentimiento implica que top y bottom discuten y negocian lo que va a ocurrir en la sesión, y especialmente la forma en que la parte bottom puede comunicar a la top que retira su consentimiento durante el transcurso de la sesión, típicamente mediante el uso de alguna palabra o gesto de seguridad. Algo de lo que hay que ser consciente, no obstante, es que aunque estas técnicas de consentimiento puedan ser relativamente claras y directas, el hecho de que se usen este tipo de mecánicas propensas a la confusión sigue señalando directamente a la realidad de que el BDSM opera, en gran medida, sobre la base de “límites borrosos”.
Esto nos lleva, a su vez, a un tercer y más ambiguo nivel de consentimiento, que podríamos llamar consentimiento profundo. Aquí hablamos de algo más allá de la mera la capacidad de la parte bottom para usar una palabra o gesto de seguridad. Por ejemplo, cuando el bottom está llorando y sollozando y en obvio sufrimiento, y puede que en alguna clase de subspace -pero aún no ha dicho “rojo”-, nos podríamos preguntar ¿hasta qué punto la sesión está afectando su entendimiento y su capacidad mental para gritar “rojo”, o para llevar a cabo un consentimiento cognitivo en cualquier forma? Adicionalmente, e incluso si la parte bottom es aún capaz de entender, puede que no sepa en realidad si está o no consintiendo. En tales casos, parece que la cuestión del consentimiento es algo que casi tiene que ser considerado a posteriori. Cuando el o la bottom recuerda la sesión en las horas, días y semanas siguientes, podría llegar a alguna conclusión del tipo: “Consentí” o “no consentí” o quizás “supongo que no lo sé”. Además, es importante ser consciente de que el aftercare, y conversaciones posteriores, especialmente entre top y bottom pueden cambiar la interpretación de una sesión por parte del bottom y su consecuente percepción del consentimiento.
Así, mientras que reconocemos que ciertamente se podrían proporcionar análisis filosóficos más sofisticados, sugerimos que la conclusión básica que hay que extraer de aquí es que los practicantes de BDSM reconozcan y sean conscientes del hecho de que el consentimiento es un tema complicado. Esto, por supuesto, no es por disminuir el significado o importancia del consentimiento, ni por tomar a la ligera los potenciales costes psíquicos y emocionales de que se incumpla el consentimiento propio. Ciertamente, igual que en toda relación alguien sale lastimado de vez en cuando, sospechamos que hay pocos practicantes de BDSM entre nosotros que no hayan visto su consentimiento incumplido alguna vez, al menos en parte. Dicho esto, algunos de nosotros jugamos en el lado seguro del consentimiento, mientras que a otros nos gusta colgarnos del borde del precipicio. Algunos de nosotros llegamos tan lejos como para desear secretamente que nuestro consentimiento sea incumplido en mitad de la sesión, con la esperanza de que nuestro análisis retrospectivo nos lleve a la conclusión de que en algún nivel más profundo y significativo, consentimos en realidad. Estas, para bien o para mal, son las ambigüedades del consentimiento. En lugar de negarlas, recomendamos que los practicantes de BDSM las abracen, hablen sobre ellas, negocien con ellas, y las reconsideren de forma continua y constante.
Comunicación
Los participantes en el BDSM se dan cuenta de la obvia importancia de una buena comunicación al negociar límites personales en una sesión. Scott (1997) discutió cómo las personas tienen diferentes tipos de límites, y que estos límites pueden cambiar dependiendo de variables como tiempo, situación presente, estado de ánimo, exposición a las actividades, con quién están jugando, y así sucesivamente. La comunicación es importante antes, durante y después de una sesión. Tal comunicación está inseparablemente unida a los conceptos de cuidado, consentimiento y caución, y así merece ser incluida en un marco básico de negociación.
Muchos estudiosos han considerado que una buena comunicación es uno de los factores más importantes para tener una relación BDSM positiva (Cutler, 2003; Williams, 2012). Cutler (2003) entrevistó a 33 individuos que estuvieron participando en prácticas de ocio BDSM y 19 de los 33 individuos identificaron la comunicación como la capacidad más importante para tener una “buena” relación BDSM. Cutler dijo que sus participantes afirmaron que la necesidad de una buena comunicación es más significativa en prácticas BDSM (en comparación con prácticas “vainilla”) para prevenir daño emocional o físico no deseado. Estos individuos valoraban la claridad y transparencia en todos los intercambios BDSM. Un importante principio de la práctica BDSM es crear un intercambio recíproco de poder. Es esencial para todos los practicantes involucrados comunicarse sobre las estructuras y procesos presentes en ese intercambio de forma que la experiencia BDSM sea recíprocamente placentera y segura. (Kleinplatz y Moser, 2006).
Porque no hay una teoría que unifique lo que se entiende como BDSM y las personas varían tremendamente en sus fisiologías generales, composición psicológica, experiencias pasadas, espiritualidad, preferencias eróticas y motivación para la participación, una adecuada comunicación contribuye a una más plena comprensión de los participantes, sus realidades subjetivas y cómo mostrar cuidado y apoyo. La comunicación facilita un conocimiento personal, cuidado e intimidad más profunda, lo que luego permite a los participantes explorar, si quieren, formas más extremas de juego que puedan hacer más complejo el consentimiento. La comunicación es, por consiguiente, un puente esencial entre el cuidado y la caución, lo que puede conducir potencialmente al consentimiento profundo, del tercer nivel, que describimos antes.
Cuidado
La sexualidad es un fenómeno complejo, holístico y multinivel que impregna todos los aspectos de la existencia de una persona. Creemos que involucrarse en una ética del cuidado (actitudes y comportamientos) es beneficioso para comprender y disfrutar la sexualidad, y las practicas BDSM. Seguir unos principios éticos del cuidado cuando nuestra intención es explorar, entender, o participar en la sexualidad, crea seguridad, confianza y respeto hacia nuestros compañeros (Orme, 2002; Parton, 2003). Esta práctica también transmite un nivel de competencia que reafirma las expresiones individuales y/o costumbres culturales de la gente con la que interactúa una persona (Vikan, Camino, & Biaggio, 2005).
Estudiosas feministas desarrollaron la filosofía y práctica de una ética del cuidado en respuesta a una visión patriarcal/positivista de la moralidad y la justicia (Beecher & Stowe, 1971; Buhle & Buhle, 1978; Gilligan, 1982; Wollstonecraft, 1988). El pensamiento occidental ha postulado históricamente que la justicia y la moralidad deberían radicar en verdades empíricas observables aplicables a todas las personas, lugares y cosas (Beecher & Stowe, 1971; Buhle & Buhle, 1978; Gilligan, 1982; Wollstonecraft, 1988). Un individuo moralmente evolucionado es autónomo, independiente y capaz de hacer juicios morales desprovistos de inclinación emocional (Kohlberg, 1971). Una ética del cuidado afirma que la moralidad es una forma subjetiva y relacional de tomar decisiones (Gilligan, 1982). Las decisiones basadas en una ética del cuidado exploran las ramificaciones interpersonales y comunitarias de una decisión, en vez de cómo la decisión impactaría en las interpretaciones “objetivas” de la justicia.
Estudiosas feministas (Jaggar, 1992; Tong, 2013; Vikan, Camino, & Biaggio, 2005) afirman que una ética del cuidado radica en los sistemas de creencias de muchas personas, de todos los géneros, de todo el mundo. Ver el mundo a través de la óptica de una ética del cuidado aporta diversas voces y perspectivas a los procesos de toma de decisiones. “Un enfoque dialogal a los problemas morales conllevaría discutir y observar desde un punto de vista de cuidado –lo que implica atención, responsabilidad, sensibilidad y un compromiso de ver las cuestiones desde diferentes perspectivas” (Orme, 2002, p. 810). Transmitir empatía, consentimiento y sensibilidad cuando negociamos, planificamos o practicamos nuestra sexualidad son algunas de las actitudes conectadas con una ética del cuidado.
En la misma línea de una ética del cuidado, los filósofos y científicos sociales han desarrollado el concepto de intersubjetividad (Benjamin, 2013; Gillespie & Cornish, 2010). Los estudiosos han creado múltiples definiciones del término: a) una definición fruto del acuerdo creada por los individuos en una situación dada; b) una definición colectivamente creada que se reafirma a través de actitudes y comportamientos que el colectivo puede usar para entender un fenómeno dado, esto es, lo que perciben; c) un sentimiento o idea compartida experimentada por una persona se ve influenciado por las experiencias de otros, por ejemplo, un sentimiento compartido/común de cuidado y afecto se ve influenciado por lo que otras personas sienten (Benjamin, 2013; Gillespie & Cornish, 2010).
Una perspectiva intersubjetiva incorpora la visión de que todos los individuos tienen experiencias vividas únicas y como resultado, entendimientos únicos sobre determinados fenómenos, por ejemplo, la sexualidad y la actividad BDSM. “A grandes rasgos, tomamos la intersubjetividad para referirnos a la variedad de relaciones posibles entre las perspectivas personales”. (Gillespie & Cornish, 2010, p.19). La intersubjetividad afirma que las interpretaciones individuales son fluidas, relacionales, y siempre cambiantes, en función del contexto en que se experimenta un fenómeno. Este punto de vista está en contraste con la definición positivista (objetiva) sobre los fenómenos sociales, que afirma que el conocimiento científico sólo puede derivarse de experimentos rigurosos que puedan ser verificados y reproducidos (Ponterotto, 2005). Por contraste, la intersubjetividad afirma que cada individuo representa experiencias, capacidades e identidades únicas y, por tanto, es imposible sintetizar todas las posibles interpretaciones en una única verdad objetiva. La intersubjetividad requiere que reflexionemos sobre nuestras propias opiniones sobre la sexualidad, que las comuniquemos, y que abracemos las interpretaciones singulares de otras personas.
Abrazar nuestras múltiples interpretaciones va en conjunto con usar una ética del cuidado dentro de las prácticas sexuales (Allegranti, 2013; Benjamin, 2013). Si todos los individuos tienen deseos y preocupaciones únicos, hace falta tener un gran cuidado en respetar los diferentes deseos y preocupaciones de los demás con la misma importancia que les damos a los nuestros. Encontrar la intersección entre nuestros deseos sexuales y los deseos sexuales de otro puede crear tensión porque no estamos seguros de cómo juzgar, priorizar y conectar los deseos de otra persona con los nuestros. Utilizar una ética del cuidado nos permite dignificar al otro como alguien que tiene una vida sexual equivalente a la nuestra.
Practicantes, educadores y estudiosos que deseen adoptar la intersubjetividad y una ética del cuidado en la exploración de la sexualidad en sus vidas profesionales pueden hacerlo mediante varias prácticas (Brown, 2011). Participando en ejercicios de auto consciencia en torno a tu sexualidad y tus preferencias en BDSM. Definiendo tus propios valores y comportamientos y dentro de esta definición, explorando cualesquiera sesgos, prejuicios o potenciales rechazos que pudieras tener en relación con prácticas sexuales con las que no estás familiarizado. Dándote cuenta de que la sexualidad y el BDSM son construcciones sociales sobre las cuales se han situado valores y actitudes culturales, lo que puede convertir algunos comportamientos en aceptables, y otros en pervertidos. Permitiendo a las personas con las cuales interactúas que describan su propia definición de “buen” BDSM, y siendo conscientes de que es aceptable tener múltiples definiciones de “buenas” experiencias BDSM. Si alguien te revela que participa en prácticas BDSM más extremas o no convencionales, permitiendo a esta persona explicar sus valores y actitudes y por qué estas prácticas le son personalmente agradables. Asegurándose de escuchar con atención, intentando comprender cómo estas prácticas caben en la realidad subjetiva más amplia de la persona, transmitiendo sensibilidad y permitiendo que coexistan múltiples conjuntos de valores y convicciones.
Caución
Para nosotros, la caución está estrechamente interconectada con el cuidado, la comunicación y el consentimiento. Por ejemplo, la disposición a participar en actividades más extremas de BDSM refleja a menudo una comprensión, cuidado y respeto por las identidades y realidades intersubjetivas de aquellos que también pueden participar. Una comunicación cuidadosa y profunda es parte esencial de ese proceso, junto con la comprensión de qué tendrá lugar exactamente en una sesión en particular.
Como sugerimos antes, nos gusta el término caución en gran parte porque implica la necesidad de ser consciente de un riesgo, de la posibilidad del peligro, y una advertencia para proceder con cuidado; no obstante, no parece estar tan ligado a discursos médicos y psiquiátricos normativos en el mismo grado que “seguro” o “riesgo”. Para algunos esto puede ser trivial, pero para otros puede encajar mejor en su léxico habitual. Al reconocer el histórico poder regulatorio sobre los cuerpos por parte de las instituciones religiosas, médicas y psiquiátricas como describió Foucault (1977, 1978) y posteriores teóricos postmodernos y post-estructuralistas, algunos participantes podrán disfrutar de ciertas formas de BDSM como forma de resistirse o liberarse de tales discursos. Quizá otros participantes, por sus propias razones, puedan seguir algunas otras macro o micro narrativas.
Es importante que un marco de negociación BDSM permita las variaciones personales y potenciales cambios que son parte inherente de las realidades de las dinámicas intersubjetivas entre las personas. Baber y Murray (2001) analizan la importancia de reconocer guiones sexuales personales que se desarrollen desde experiencias, conocimientos y educaciones singulares y eventos a los que se ha estado expuesto. Estos guiones parecen ser fluidos y cambiantes, y los guiones sexuales personales que incluyen el BDSM como tema importante repercuten indudablemente en los deseos de participar en actividades BDSM específicas de varios niveles de riesgo. Estos guiones personales también parecen ayudar a motivar a los participantes a que desarrollen las habilidades necesarias para transitar por el riesgo hasta el grado en que se sientan cómodos. Nuestro principal punto aquí es que los niveles de riesgo y seguridad para actividades BDSM específicas, junto con las motivaciones, interpretaciones y significados subjetivos de los participantes, difieren enormemente no sólo entre participantes, sino que pueden cambiar sustancialmente en el interior de cada participante individual. Se use seguro, consciente del riesgo o caución para reflejar esta dimensión de la negociación, deberíamos estar en sintonía con la necesidad de dar cabida a una considerable flexibilidad y variación.
Conclusión.
En este documento hemos analizado importantes temas contextuales para la aparición de SSC y RACSA como marcos básicos para la negociación BDSM. Mientras que SSC ha sido, y todavía es, un acercamiento útil para aquellos que quieran participar en actividades BDSM, RACSA se concibió como respuesta al reconocimiento de algunos aspectos problemáticos del SSC, concretamente darse cuenta de que las motivaciones de los participantes en el BDSM para actividades específicas pueden variar considerablemente, y que ese riesgo está relacionado con los participantes. Al mismo tiempo, sensato, como término técnico forense, tiene poca relevancia real en la actividad BDSM. Podemos comprender la preferencia de RACSA sobre SSC entre muchos miembros de la comunidad BDSM.
A pesar de la utilidad tanto de SSC como de RACSA, vemos algunas ventajas en un nuevo marco de negociación BDSM, que hemos etiquetado como 4Cs. Cada dimensión (cuidado, comunicación, consentimiento y caución) garantiza una identificación y énfasis separados, y aun así estas construcciones están necesariamente interconectadas. El marco de las 4Cs es fácil de recordar, y va más allá de SSC y RACSA al reconocer las diversas formas de conocerse, expresarse, y relacionarse. Proporciona una importante estructura de negociación, y también parece permitir, e incluso promover hasta cierto punto, mayor flexibilidad para los participantes en BDSM.
Finalmente, como valiosa ventaja adicional de este nuevo marco está que las 4Cs afrontan, a través de la inclusión de las dimensiones de cuidado y comunicación (además de consentimiento), las persistentes percepciones erróneas por parte de las personas ajenas al BDSM de que la participación en él es, de alguna forma, intrínsecamente abusiva, violenta u originada en una psicopatología, que fue lo que contribuyó directamente en primer lugar al desarrollo de un marco común de negociación. Las 4Cs, en conjunto, destacan que la participación en el BDSM es, o al menos debería ser, todo lo contrario. A pesar del progreso en años recientes en reducir la marginación de la participación en el BDSM, se necesita avanzar todavía mucho.
Referencias
Allegranti, B. (2013). The politics of becoming bodies: Sex, gender and intersubjectivity in motion. The Arts in Psychotherapy, 40, 394-403.
Baber, K. M., & Murray, C. I. (2001). A postmodern feminist approach to teaching human sexuality. Family Relations, 50, 23-33.
Baldwin, G. (2003). Ties that bind (2nd edi.). Los Angeles: Daedalus Publishing.
Barker, M. (2013). Consent is a grey area? A comparison of understandings of consent in Fifty Shades of Grey and on the BDSM blogosphere. Sexualities, 16, 896-914.
Beecher, C.E., & Stowe, H.B. (1971). The American woman’s home: Principle of domestic science. New York: Aeno Press and The New York Times.
Benjamin, J. (1998). Like subjects, love objects: Essays on recognition and sexual difference. Yale University Press.
Benjamin, J. (2013). Shadow of the other: Intersubjectivity and gender in psychoanalysis. New York: Routledge.
Brown, L.S. (2011). Emotional and cultural competence in the trauma-aware therapist. Retrieved from: http://www.continuingedcourses.net.
Buhle, M.J., & Buhle, P. (1978, Eds.). The concise history of women’s suffrage, Urbana, IL: University of Illinois Press.
Connolly, P. H. (2006). Psychological functioning of bondage/domination/sado-masochism (BDSM) practitioners. Journal of Psychology and Human Sexuality, 18(1), 79-120.
Cross, P. A., & Matheson, K. (2006). Understanding sadomasochism: An empirical examination of four perspectives. Journal of Homosexuality, 50(2/3), 133-166.
1
Traducción realizada por Azrael_Arcangel y revisada por nini.
Nota de los traductores:
A lo largo de este documento, hemos optado por usar el término “consensuado”, en lugar de “consentido” o “consentido explícitamente”, que serían formas más precisas y acordes con el significado en inglés, en aquellos lugares donde su uso en español se ha convertido en habitual y por entender que no afecta a la comprensión del nuevo paradigma propuesto de las 4Cs.
Hemos traducido “Care” simplemente como “Cuidado”. Ambas palabras tienen significados similarmente amplios en ambos idiomas, pero queremos hacer hincapié en que se trata de “cuidado por los demás”, o por “el otro” desde el punto de vista de una relación. Asimismo, y para conservar el acrónimo de las 4Cs, hemos usado el término “Caución” para el término ‘Caution’, en el sentido de “precaución”, que es correcto en español, si bien de uso poco corriente fuera del sector de los seguros.
Un comentario en «Las 4C’s -Cuidado, Comunicación, Consentimiento y Caución»
Los comentarios están cerrados.