Tres años buscándome.

He estado leyendo esto que escribí otro enero, hace tres años: “Identidad. Después de TI, ¿quién soy?”

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Tres años… Qué de cosas pasaron después.

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A partir de aquel momento, hace tres años, me deshice poco a poco y con mucho trabajo de todos aquellos “pequeños hábitos, protocolos, rutinas, permisos, prohibiciones, ritos diminutos mil veces repetidos,… detalles que impregnan una D/s.» Creé nuevas rutinas para llenar los huecos. Recuperé mi rastro. Reconstruí mi identidad. Volví a ser un YO sin un NOSOTROS.

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Tres años después sigo teniendo el pelo corto y rizado. O despelujado. Cambio sin problemas la tinta de la impresora, programo el calentador y lleno de aire las ruedas del coche. Aunque ya no tengo coche. Aprobé aquellos estudios con los que peleaba como una zombi entonces. Y luego otros. Me saqué el algodón de la cabeza, salí de la cama, quedé con mucha, mucha gente en estos años. Creé amistades importantes y hubo conocidos de paso. He sido a veces promiscua, superficial, frívola. He consumido risas, y también caricias, besos y dolores. Y está bien. Fui piadosa con mis hambres. Me busqué, lo que yo quería, lo que yo sentía, lo que me gustaba, lo que me aportaba, lo que necesitaba… Me reconquisté empezando por la piel, que es lo más fácil. Sin presiones. Hubo algún momento en aquellos oleajes en los que pensé que igual debía dejar de definirme como sumisa, porque aquello que yo buscaba y elegía no era sumisión (ni falta que me hacía) y no tenía nada claro que volviese a serlo algún día.

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Y un día me volvieron las ganas de arrodillarme.

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Me las mastiqué un poquito y me fui de fiesta… pero seguían ahí. Alguien que también andaba navegando sus propios oleajes me había varado sin promesas ni obligaciones a su lado. Dejé de desear aquellas cosas y empecé a necesitar otras, así que acabé permitiéndome sentarme en el suelo, que era donde quería estar (fui piadosa con mis hambres). Volví. He empezado a recuperar también ese lado mío que dormía. La certeza. La paz del puerto seguro. La confianza de pertenecer. El deseo de entregar no sólo la piel… Igual hasta recupero a lo tonto “la esencia” (chiste medio-privado para amigas cercanas).

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Y ahora que he vuelto… cometo errores de novata.

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Lo sé. Cometo fallos que una vez apercibidos veo tan obvios que parece mentira que a estas alturas pueda haber incurrido en ellos. Fallos de “estética” en lo vertical, descuidos… No pasa nada. Pero están ahí, aferrados a la falta de compromiso del «sólo YO».

Espero que dejar de ser “sólo YO” no cueste tanto como volver a ser “sólo YO”.

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Descubrirlo con Él va a ser apasionante.

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lena
propiedad de DragonRojo

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P.D.: Si has llegado aquí y me lees desde el vacío oscuro de una pérdida, una ruptura… Que sepas que a mí me funcionó: “date tiempo, todo el que necesites. Y apóyate, no tienes por qué estar sola salvo que quieras. Selecciona y detecta las manos que de verdad se tienden tras todos los «lo que necesites» y tenlas presentes, recurras o no a ellas. Saber que están ya ayuda.”

Creo que es de lo mejor que he hecho: dejarme acompañar y sostener, darme tiempo (mucho, para todo, todo el que necesité), y ser piadosa con mis hambres. Sin obligarme cuando el corazón no quería aún, ni inhibirme cuando el cuerpo me pidió experiencias y sensaciones.

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