A lo largo de estos años he conocido a mucha gente y he olvidado a más aún. Soy despistada, lo siento… forma parte de mi naturaleza. Era mi Señor el que llevaba la memoria colectiva de nuestra relación.
El caso es que conozco a mucha gente que lleva presente mucho tiempo, incluso mucho más que yo (por supuesto). No con todos coincido siempre en muchas cosas, y esas diferencias las encuentro interesantes, un aliciente para la reflexión y el debate. La experiencia me enseña que por muy enconadas que sean las discrepancias teóricas en asuntos de BDSM, en general al final suele ser siempre cuestión de términos, y que tras una conversación calmada de atenta escucha (porque sin escucha no funciona la magia) y libre intercambio (ya ves, Dominantes sadosaurios que permiten el libre intercambio de opiniones con sumisas propias y ajenas…)* acabamos llegando a la conclusión de que en el fondo hablamos de prácticamente lo mismo, aunque en la forma lo vistamos de otra manera.
* (Lease esto con tono irónico, a cuenta de la rigidez e intolerancia presupuestas, desde ciertas perspectivas, a todo dominante de los de la vieja escuela. Que me parece tan estúpido como atribuir a todo practicante de las escuelas nuevas falta de compromiso y responsabilidad).
Por fortuna, hasta el momento, por mucho que hayamos llegado a chocar en algún momento de la discusión, después de cualquier debate en el que yo haya participado la relación ha permanecido cordial y abierta a futuros nuevos lances. No parece que nadie me haya tachado por estúpida de su fichero de contactos ni me haya apuntado en su lista negra. Y si ha pasado no me he enterado, que también es una suerte vivir entre el despiste y el pasotismo… (ayer leí que a capricornio si le dices que le odias te responde “es tu problema”, y no deja de ser cierto: me resbala bastante todo).
Así que desde aquí mi reconocimiento por los “viejos” debatientes que han discutido conmigo y defendido desde su rol (el que sea) su perspectiva y experiencia en muchas cosas. Por la educación y el respeto por encima de todo, y el saber estar durante y después de las discrepancias. Con ellos crecimos mi Señor y yo desde el primer paso que dimos en el BDSM social hasta ser lo que fuimos/soy.
Sé que hay una importante tendencia a considerar la experiencia prescindible, poco más que “batallitas de los abuelos”. Y es verdad que el que alguien sea veterano no garantiza ni su buen hacer, ni su buena intención, ni su acierto. Pero me fío más de la firme opinión de alguien con años de experiencia a sus espaldas, alguien que ya ha cometido mil aciertos y errores y que cuenta con cierto reconocimiento en la comunidad (lo que significa que ha estado presente y activo en ella y podemos comprobar su coherencia si seguimos sus huellas), que de la firme opinión de alguien que aún no ha tenido tiempo de equivocarse. ¿Que puede que acierte de pleno? Puede. ¿Que me fío y valoro su criterio en igual medida? Pues no, miren. Ni de coña.
Me alucina cómo gente que no ha experimentado un 24/7 en su vida recomienda muiy seriamente a otros que lo prueben. Personas que no han tenido relaciones reales duraderas, sentencian sobre cómo mantener los vínculos y cuidarlos/descuidarlos, qué funciona y qué es un desacierto… Gente que no cuenta (aún) con una experiencia sólida en BDSM, se atreve a dar lecciones a todo el mundo sobre todas las cosas y todos los roles.
Ya, ya sé que no es un mal nuevo. Que siempre ha pasado. Pero Yo doy un gran VALOR a la experiencia. La mía y la de otros. Y no hablo de no opinar o permanecer en silencio ante la voz de los mayores, hablo de las formas y de la poca prudencia de ofrecer lo que no tienes.
Personalmente valoro muchísimo al veterano (del rol que sea) que se para y escucha, y rebate y acepta la crítica (o no) y vuelve mañana a seguir enriqueciendo mis pequeñas experiencias sociales bedesemeras, que el ruido y la prepotencia del recién llegado. Incluso aunque el primero también suene muchas veces prepotente y sentencioso (que de egos sabemos mucho, forman parte de nuestra esencia. Enormes tanto los de los de los Señores –telita, caballeros…–, como de las sumisas veteranas, yo incluida, que me lo reconozco; Es curioso, lo veo menos en Señoras y sumisos–). Estoy acostumbrada a conversar con egos crecidos y a reconocer cuando están huecos y cuando valen la pena. Pero no esperen recién llegados que sin el respaldo de esa experiencia les baste ser igual de prepotentes, o igual de sentenciosos, para que valore en igualdad sus aportaciones. Hasta para lucir la arrogancia hacen falta tablas.
¿Esnobismo por mi parte? ¿Clasismo bedesemero? ¿Nostalgia que se aferra a otros tiempos y otras formas? Puede ser. Pero ante las bravatas de unos me apetece sentarme, escuchar y luego ya veremos, y ante las de otros tirar jarrones de agua fría.
Y es lo que hay.
Así que aquí reitero mi respeto por los vetearnos que año tras año han compartido conmigo su forma de ver el mundo, y por aquellos que sin duda lo serán algún día.
lena{DR}
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